Heinrich habló de las ventajas y desventajas del «doble» trabajo; su protagonismo y los egos en Villa Mitre

Heinrich empuja al fornido Khalil Fuller (Pergamino). Foto: Tomás Bernabé-La Nueva.

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

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(Nota publicada en la edición impresa)

Ramiro Heinrich aprovecha un alto de su trabajo. La noche anterior Villa Mitre ganó su último partido, viajaron desde Monte Hermoso, descansó y ahí está, desde la mañana temprano, con la cabeza en su profesión: kinesiólogo.

”Esto sirve para desconectarse un poco de los resultados, los partidos y el deporte en sí, pero lo que más me afecta es el levantarme temprano y venir a trabajar, se siente un poco más después de los partidos”, reconoce.

Los resultados en la Liga Argentina afectan para bien o mal al Heinrich jugador, algo que trata de desprender del Heinrich kinesiólogo. Aunque más le preocupa sufrir lesiones.

“Necesito el cuerpo para trabajar, entonces, puede llegar a complicar algún golpe, fundamentalmente en una mano. En cuanto a lo anímico -explicó- si venís a trabajar después de una fea derrota o algo que no esperabas, podés trasladar un poco la preocupación al trabajo, pero uno trata de evitarlo”.

   —Bueno, entonces después de los últimos partidos fuiste a trabajar contento, aún teniendo que viajar hasta Monte.

—Por suerte no llegamos tarde y pude descansar. En cuanto a resultados era un poco a lo que nos habíamos enfocado para la segunda parte del torneo, en tratar de revertir la imagen que dejamos al final del año pasado, con una racha negativa. Fueron cinco derrotas seguidas, algo a lo que no estamos acostumbrados.

   —¿En cuanto a resultados están en el mejor momento?

—En cuanto a resultados sí, pero en solidez de equipo y juego no. El año pasado tuvimos una muy buena racha, jugando a un altísimo nivel y ganando varios por 20 o más. Todavía no lo conseguimos, pero los resultados se nos están dando.

   —¿Inconscientemente juegan sabiendo que aún sin estar bien tienen muchas chances de ganar?

—Todavía no lo siento, sí me pasó en otras temporadas. No creo que tengamos resto para llevar el partido y quebrarlo al final. Siento que el equipo tiene más por dar y mejorar. También hay una realidad, y es que pocas veces estuvimos todos sanos, siempre faltó alguno.

   —Individualmente venís rindiendo mucho. ¿Esto surge un poco a partir de asumir el rol más protagónico cuando el equipo no está del todo bien?

—Creo que pasa por una cuestión de tratar de hacer mejor las cosas. Mejoré desde la intensidad y eso me lleva a redondear mejores partidos. Soy un interno que dentro de todo tiene movilidad, entonces, si no lo hago de forma intensa bajo un poco nivel. Pero lejos de tomar liderazgo, simplemente me salieron buenos partidos.

   —Por esta movilidad y al jugar de frente, en pocos metros le sacás ventaja a tus defensores. ¿Ese crecimiento lo trabajaste desde lo físico, lo mental o se dio así?

—Es una cuestión de ver dónde saco ventaja. Al tener tiro de dos puntos, cuando entran se generan los espacios y trato de explotar la velocidad. Como soy un 5/4, a veces le saco diferencia a los 5 más pesados, y si en algún momento me toca un 3 disfrazado de 4, ahí sí trato de sacar ventaja desde lo físico, más cerca del aro.

   —Cuando está bien Javier Bollo se complementan, inclusive también con Levy como rueda de auxilio, ¿eso les genera un efecto dominó a los internos? ¿Los potencia?

—Nosotros no nos damos cuenta, pero en ese sentido tenemos una ventaja con otros equipos, con tres internos de más de dos metros. Con Jamaal tenemos algo más de movilidad y Javi aporta más fuerza cerca del aro, pero, en general, somos bastante altos al lado de los rivales.

   —Recorriendo las posiciones y yendo más hacia afuera, van encontrando diferentes respuestas. ¿Eso los hace un equipo más largo y poderoso?

—En todos los puestos tenemos jugadores de jerarquía y que pueden llegar a anotar. Cuando tres o cuatro jugadores convierten más de 12 o 15 puntos, se le hace muy difícil al rival contener esas opciones y tenemos muchas chances de ganar. Sabemos cuándo buscarlas y tratamos de alimentar al jugador que tiene una ventaja o está bien.

   —Se conocen hace mucho tiempo, saben cómo ganar y cuál es el camino. ¿Cómo manejan los egos?

—Los egos están y hay que aprender a manejarlos. A nosotros nos ayuda conocernos y la madurez de los jugadores. Nadie pretende salvarse y sabemos cómo nos fue bien.

   —El tiempo compartido generalmente favorece a la relación de grupo y suma en el juego. ¿En algún aspecto hay que trabajarlo para que en determinado momento no se torne negativo?

—Pasa. Nos conocemos mucho y hay momentos que deben pasarse, cuando uno está mal, bajón, tiene una mala semana o lo que fuera. Hemos llegado a estar viviendo juntos 15 días en un hotel. Por eso, a veces te viene bien el descanso.

   —¿Cuánto los favorece que cada uno en su cabeza tenga algo más que una pelotita?

—Tiene sus pro y sus contra. En cuanto al entrenamiento, a veces llega la hora y alguna está cansado, y hay que entender que no se se encuentra al cien por ciento, por eso no sale la mejor práctica para el equipo en general.

   —¿Eso está consensuado entre dirigentes, cuerpo técnico y jugadores?

—Sí, se entiende. A veces, antes de empezar alguno aclara que no está a pleno.

   —Digamos que lo blanquean.

—Claro. La idea siempre es llegar bien al partido, despejado y descansado. Lo bueno es que todos tenemos otra actividad que nos genera ingresos y no dependemos únicamente del básquet. En el profesionalismo, a veces uno tiene que jugar para las estadísticas de cara a la siguiente temporada, pero acá, estamos todos en la ciudad y tranquilos en ese aspecto.

   —¿Cómo ves al equipo a esta altura respecto de la temporada anterior?

—Lo veo encaminado. Tenemos material para llegar lejos como el año pasado. Creo que en playoffs no seremos un rival fácil para ninguno, todos tenemos experiencia, sabemos cómo plantarnos en una instancia definitiva, más allá que después pueda salir bien o mal. En algún momento de esta temporada jugamos a más alto nivel que la anterior, que casi ascendemos. Ahora no estamos en ese nivel, pero si ya lo alcanzamos, podemos llegar a repetir.

Villa Mitre, así como está, vuelve a ser uno de los candidatos. Y si se cumple el deseo de Heinrich, definitivamente reafirmará esa condición. No hay dudas.

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