Por Sergio Daniel Peysse
Instagram: @sergiopeysse
Twitter: @elpeche1973
(Nota ampliada de la edición impresa)
El éxodo de futbolistas argentinos hacia Italia se multiplicó en los últimos años, sobre todo después de que el mundo entero haya sobrevivido a la triste y fatídica pandemia de Covid 19 a principio de 2020.
Hoy es muy natural leer o escuchar que clubes de distintos pueblos o municipios, algunos sin socios y formados en base a una única actividad o disciplina, cuentan con jugadores argentinos en sus planteles de Primera división. De norte a sur, en regiones pegadas al mar o abrazadas por montañas, el argentinismo es más popular que los otros países de Sudamérica donde es muy común desarrollar el talento con una pelota en los pies: Brasil y Uruguay.
Son muchos los que eligen alguna categoría del ascenso italiano para ser valorado, madurar como futbolista o buscar esa diferencia económica que le permita mejorar su condición de vida y lo lleve al limite de tener que evaluar si quedarse en Europa es mejor que volverse para acá. Sin embargo, no todos son iluminados por la gracia de un campeonato, o de poder festejar un título junto a compañeros que se convirtieron en “familia” porque, en definitiva, sueñan lo mismo a miles de kilómetros de sus seres queridos.
A los 20 años, Emilio Sgammini, nacido en Tornquist y formado en Automoto, dice haber tocado el cielo con las manos. Las imágenes que le envió a sus padres (Julieta Saric y Rodrigo) y hermanas (Ana, su melliza, e Irena, de 22) son reveladoras: alzó, besó y se emocionó con la Copa Italia de Promoción en sus manos, la que obtuvo con su equipo, Policoro Calcio&Academy, tras una serie final infartante frente a Sporting Lavello, en la categoría Promozione (el sexto nivel del campeonato italiano de fútbol, después de la Eccellenza y antes de la Prima Categoría) Lucana 2024-2025, de la Región de Basilicata.
La Promozione es el tercer torneo más importante de aficionados, el segundo a nivel regional, y el Policoro lo volvió a ganar después de una larga sequía de 28 años.
“Teníamos potencial para cortar la racha, solo había que proponérselo. Los pocos hinchas que iban a la cancha no estaban acostumbrados a festejar, pero en las finales nos siguió mucha gente y el pueblo fue una locura con la consagración”, contó “Emi”, autor de dos goles en el cotejo de vuelta de la serie decisiva (los únicos que marcó en los 7 cotejos que disputó en toda la Copa).
“En la ida empatamos 1-1 y en la revancha ganamos 4-0, aunque el rival es uno de los más encumbrados de esta zona. Fue mi primer doblete en un partido, ni siquiera en las formativas de Automoto había marcado por duplicado”, señaló, eufórico, este marcador lateral zurdo que en el albiazul (la casaca alternativa es roja) juega de doble 5 o como volante interno adelantado.
Se incorporó al calcio en agosto de 2022, a las filas del Cassano Allo Ionio, de la provincia de Cosenza, región de Calabria.
“Llegamos a la final del playoff --por el ascenso-- de la Promozione. Perdimos 4-1 con el Rende Calcio 1968 (en ese elenco estaba el bahiense Maximiliano Tormann), reconoció el tornquistense, quien en 2023 defendió la camisa (como la denominan en Italia) de ASD Atessa Calcio (región de Abruzzo), que logró mantenerse en la divisional en la última fecha de la Promozione.
--¿Cómo fue salir campeón lejos de tus pagos, sin tu familia ni tus amigos en el estadio?
--Vine a este equipo con la ilusión de ascender y salir campeón, y cuando se dio lo de la Copa Italia una sensación de euforia y melancolía me recorrió el cuerpo. Fue algo hermoso, por suerte mi familia pudo seguir el partido por streaming y festejó a la distancia.
“En el certamen local estamos quintos, en zona de playoffs, pero tendríamos que estar un poco más arriba”, dijo apresurado este pequeño gigante que a los 3 años ya era parte de la Escuelita de Automoto, donde pasó por todas las divisionales hasta llegar a debutar en la mayor, a los 14 años y de la mano del DT Octavio Araneta.
“El objetivo de la dirigencia es subir a la Eccellenza, no es fácil, pero lo vamos a intentar”, declaró Emiliano, uno de los cuatro argentinos que componen la plantilla del Policoro (el de más `chapa´ es Lautaro Biscardi, defensor central surgido en Vélez y con destacadas presencias en Sacachispas).
“Hay seis portugueses y un brasilero, vivimos todos juntos en un complejo de casas iguales, una pegada a la otra, de a dos jugadores por apartamento (comparte con el brasilero). El predio del club nos queda lejos, a 20 minutos en auto”, detalló.
--¿Cómo te llevas con la comida italiana?
--Bien, pero nos cocinamos nosotros y siempre elegimos platos más emparentados a nuestras costumbres. Una vez por semana, el presidente del club (Enrico Trupo) nos lleva al supermercado para que hagamos el pedido. Cargamos los carritos y en la caja él pasa la tarjeta de crédito; mejor imposible... (risas).
Acto seguido, se refirió a los fieles que siguen a Policoro, institución que lleva el nombre del municipio al que representa, situado en la provincia de Matera, en la Basilicata, con población de casi 20.000 habitantes y que crece en verano por la afluencia del turismo (sus extensas playas son bañadas por el mar Jónico).
“Al principio de la temporada la gente no se acercó y era lógico, el equipo había descendido en 2023. La confianza de los hinchas la fuimos consiguiendo en base a resultados y al avance en la Copa Italia, la que terminamos jugando con un ambiente espectacular y un colorido fantástico en la cancha donde hacíamos de locales”, deslizó.
--¿Policoro no tiene estadio?
--Sí, pero su campo de juego es de tierra (con capacidad para 1.000 espectadores), y ahí solo disputamos el encuentro de vuelta de la gran final. El club alquiló un escenario con césped sintético en la ciudad de Nueva Silli, a 15 kilómetros de Policoro. Eramos visitantes siempre, hasta que le agarramos la mano a la cancha y construimos una fortaleza como anfitriones.
“Policoro tiene la sede y el estadio en un mismo lugar, donde solo se practica fútbol (con todas sus categorías). Alrededor del campo de juego hay una pista de atletismo y tribunas amplias. La idea de la CD es poner el sintético antes de fin de año”.
--Tengo entendido que es un estadio municipal, ¿es así?
--Sí, acá le dicen comunal. Lo comparte con otro equipo del pueblo que participa en tres divisionales más abajo. El más popular del lugar es Policoro, que hace un tiempo largo fue parte de la Serie D del fútbol italiano”.
No es Monte, pero...
“Policoro explota en verano, es una ciudad que vive del turismo y que llena sus playas con gente que llega desde distintos puntos de Europa. La arena no es blanca ni el agua es caliente como en Monte Hermoso, pero es un bellísimo lugar, con paradores con buena música y mucha juventud”, describe Emilio, en la última foto junto a su grupo familiar.
“De un lado tenés el mar y del otro praderas con campos que albergan cultivos de kiwi, la fruta líder en el mercado italiano”, nos puso en tema este amante de las sierras que vuelve a Tornquist una vez por año: en mayo, cuando culmina la temporada oficial del calcio en sus diferentes categorías de ascenso.
--¿Cómo surgió la posibilidad de irte a Italia?
--En las distintas redes sociales veía como algunos jugadores hacían contactos con representantes o intermediarios para sumarse a algún equipo. Empecé a averiguar, me dijeron que haga un video y que lo mande directamente a los clubes o se lo haga llegar a alguien con ascendencia a los directivos o empresarios vinculados a las distintas entidades deportivas.
“Cuando ya había hecho lo que me pidieron, me comuniqué con un intermediario argentino, que dicho sea de paso tienen más peso que los representantes italianos, y ahí comencé el camino. Fue el puntapié inicial para mi carrera en este país, aunque me sigo manejando por mi cuenta”.
Asegura que le gustaría regresar a la Argentina y triunfar en algún club de AFA, pero tiempo al tiempo...
--¿Te ilusionás con el armado de Automoto en la Liga de Suárez 2025?
--Se reforzó bien. Se puede ganar o perder, lo único que no se negocia es el clásico (ante Unión), ese siempre tiene que ser nuestro, tal como viene aconteciendo en el último tiempo...
